Son las palabras del beato Juan Pablo II, dirigidas a toda la población juvenil del mundo, recién inaugurado su pontificado; también el título y el reverso de su libro «Queridísimos jóvenes», que recomiendo a todos, en especial a quienes ya están en Madrid para vivir las inolvidables jornadas JMJ-2011 y dedicar un entusiasta recibimiento al Papa Benedicto XVI.
El cardenal Rouco, en la misa inaugural de la JMJ 2011, aludió al Camino, la Verdad y la Vida; es acertado puntuar estas palabras poque se refería a Jesucristo («…os muestra el camino»): «¡No lo dudéis! Jesucristo os muestra el camino y la meta de la verdadera felicidad. No sólo a vosotros; también a vuestros amigos alejados de la fe!»
¡Permaneced tranquilos!, a pesar de la crítica feroz, manipulación y tergiversación de la verdad, críticas desfavorables, mentiras, falta de respeto y acoso moral presencial y mediático de ciertos medios de comunicación (siempre situados en la margen izquierda del espectro político y más próximos al nihilismo, agnosticismo, ateismo e incluso islamismo) contra la visita del Papa y del cristianismo; pero, ¡qué curioso!, no hay crítica ni condena, tampoco de los «indignados», al citado espectro ni a esas filosofías o formas de pensamiento en las que no se cree en Dios alguno, se niega a Jesús, al Dios de Abraham y Jacob.
Anoche, siempre los mismos grupos (con la presencia de alguna bandera republicana y arcoiris) han llegado a la agresividad, al insulto y menosprecio de los cientos de miles de jóvenes arribados a Madrid que permanecían en Sol: idéntico comportamiento (acoso moral, violencia psicológica) han tenido con la policía nacional, al cumplir con su obligación de proteger a los peregrinos.
No me resisto a contestar alguna crítica furibunda, en forma de artículo de opinión, contra la Iglesia, el Papa y el cristianismo; concretamente, al director de la Cátedra de Teología y ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid Juan José Tamayo. Aparte de sus acerbas críticas (crueles, rigurosas y desapacibles: desagradables, que causan disgusto o enfado) a la visita del Papa, no se conforma comparando y confrontando la JMJ-11 con otras concentraciones que tuvieron lugar durante el franquismo o nacional-catolicismo, sino en denominar pecadores (cometen «Pecado de lesa laicidad», EL PAÍS, 14 de Agosto de 2011) y acusar a los gobernantes actuales de las distintas Administraciones de España y otras instituciones de ponerse al servicio y «postrarse de hinojos» ante Benedicto XVI.
Ante tamaño dislate y críticas no ajustadas a la verdad (asimismo cuando se refiere a la visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela), cabe matizar su artículo: no es cierto lo del fracaso de la visita anterior, tampoco que el Papa sea el baluarte de un catolicismo beligerante con nada ni nadie; mucho menos, que se haya organizado la JMJ-11 como si se tratara de una representación teatral, de un espectáculo de masas o culto a la figura del pontífice: Dios se encuentra en todas partes, también en los actos de la JMJ, ninguno de los cuales constituye «papolatría», término despectivo, no adecuado e incierto que Ud. utiliza. Por otra parte, después de lo sucedido anoche y de los insultos al Papa, a los jóvenes de la JMJ-11, servidores del orden público, y su afirmación tampoco ajustada a la verdad: «¡Otra ocasión perdida para compartir las esperanzas y los sufrimientos de los sectores más vulnerables de la sociedad y hacer realidad la opción por los pobres!»; a este respecto, hay que recordarle la doctrina social de la Iglesia y su presencia en todos los lugares de la Tierra donde se la necesita; tiene una pésima memoria o no quiere reconocerlo, ni siquiera lo menciona: su presencia destacada y reconocida por todos en esta crisis socio-económico-laboral, caracterizada por el paro de casi 5 millones de españoles que nos embarga y preocupa, el sufrimiento y problema primordial más acuciante de nuestra sociedad a ser resuelto .
No se olvide jamás, porque es cierto: «La religión cristiana ha conseguido aceptar la laicidad, pero el Islam no». No es una cita propia, personal, sino de Giovanni Sartori (galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2005). Por ende, el cristianismo anhela, desea el respeto, no la persecución, el ataque continuo, desenfrenado, del laicismo u otras formas de pensamiento o filosofías en las que no tiene cabida Dios, cuyo objetivo es la marginación, la intolerancia, la discriminación y eliminación social, laboral, psicológica y física: la muerte de los cristianos.
Se refiere a la pretensión de «reconquista católica de los sectores alejados de la fe…», entre ellos, la juventud: ¡en algo teníamos que estar de acuerdo! Ese es el objetivo de todas las Jornadas Mundiales de la Juventud, celebradas y a celebrar; siguiendo al Apóstol San Pablo (quien de modo similar a los susodichos grupos, estuvo muy alejado de la fe y persiguió a los cristianos hasta su conversión) en su Carta a los Colosenses, 7, 8, y el lema de la JMJ-11: «Enraizados y cimentados en Cristo, manteneos firmes en la fe, como se os ha enseñado, y vivid en permanente acción de gracias»; por otro lado, es como si hubiera tenido la intuición de leer el futuro (primeras décadas del siglo XXI) aludiendo a los citados grupos, en cuyo pensamiento no se halla ni por asomo la idea de Jesús: «Estad alerta, no sea que alguien os seduzca por medio de filosofías o de estériles especulaciones fundadas en tradiciones humanas o en potencias cósmicas, pero no en Cristo». ¡Gracias, Su Santidad Benedicto XVI, por su visita a Madrid! ¡Me atrevo a arrogarme, con pocas posibilidades de error, en representación de millones de españoles y cristianos, dos deseos unánimes: ¡Qué Dios le bendiga!, ¡bienvenido!