Extraordinaria reflexión, precisamente hoy Jueves Santo, el día del amor fraterno. Mal que le pese a muchos medios de comunicación, comenzando por todas las televisiones, con honrosas excepciones (TV 13) y mayoría de emisoras de radio se empeñan en continuar intentado hacer a Dios ausente de nuestras vidas -al igual que sucede con la Navidad- sin mencionar estos días todo lo relacionado con la Pasión de Cristo, cuando en estos momentos de la epidemia mundial por Coronavirus está más presente que nunca nuestro Amado, en nuestros corazones, en nuestras vidas (don de la gracia).

Deseo complementar esta reflexión solicitando a Cristo crucificado para todos nosotros, para todo el mundo, el don de la gracia y una oración (soneto anónimo y popular -muy adecuado para nuestros niños y jóvenes-), plasmando en esta entrada algunos de los párrafos del libro de Alfonso Crespo Hidalgo, de la ed. San Pablo «Fuga y retorno de Teresa», La secreta seducción de Teresa de Ávila.

El don de la gracia «es una presencia personal de Dios en quien se deja encontrar por él, creándose una relación de intimidad y plena confianza» (Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús).

La oración o soneto popular y anónimo me ha devuelto a mi infancia en Porreres. Dice así:

«No me mueve mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte… Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muevenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera».